Una Práctica Diaria Que
Prepara la Felicidad Eterna
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
Algunos de los secretos más valiosos de la sabiduría teosófica están ocultos bajo la apariencia externa de lo obvio. Aunque ellos sean decisivos en la búsqueda de la felicidad, para percibirlos es necesario ir más allá de las palabras y la cáscara externa de las ideas. El siguiente artículo examina uno de ellos.
 
Desde hace milenios, la experiencia acumulada de la búsqueda de la sabiduría indica que el arte de agradecer figura entre las claves secretas del camino de la verdad.
 
El conocimiento de alma que permite optar conscientemente entre la ambición y el agradecimiento constituye una lección avanzada de filosofía esotérica.
 
“En vez de desear lo que no tienes, agradece por lo que tienes”, aconsejan los sabios. El arte de agradecer libera al ser humano de las expectativas y la ansiedad, y lo reconcilia con los hechos tal como ellos son. Gracias a él, uno adopta la actitud de un ganador y establece una sintonía positiva con lo que es bueno y correcto.
 
Agradecer es optar por la simplicidad, y la simplicidad permite recorrer el camino de la bienaventuranza. Ser agradecido es reconocer que la vida – aunque fluya en un movimiento incesante – es completa en sí misma cada momento. Renunciar conscientemente al deseo personal por objetos o situaciones externas abre las puertas de la riqueza interior, dando acceso al “tesoro que está en los cielos”.
 
Agradecer es también aceptar al otro y aceptar la vida. Cuando percibimos la importancia del momento presente, pasamos a estar agradecidos por las oportunidades que nos rodean en todo momento. Agradecer es un acto de amor incondicional, y es un ejercicio de desapego. Es optar por lo suficiente, y contiene en sí la semilla de la humildad.
 
La autorrestricción voluntaria del yo inferior, cuando la acompaña la paz interna, lleva a una plenitud ilimitada que existe en el plano del yo superior o alma espiritual. A través del agradecimiento renunciamos a las ilusiones y abrimos espacio en nuestra aura para que ocurran cosas agradables en todos los niveles del fluir de la vida.
 
Agradecer Como Verbo Intransitivo
 
Para agradecer, no es necesario pensar en un hecho aislado y agradable que nos haya ocurrido. Podemos agradecer intransitivamente, es decir, sin objeto. El agradecimiento incondicional o intransitivo no depende de hechos externos. No es un formalismo, sino un acto interior.
 
Cuando percibimos que la vida biológica no nos pertenece, surge inevitablemente una gratitud espontánea. La existencia física constituye una dádiva provisional, y es puesta a nuestro alcance para que podamos aprender sabiduría en un proceso cíclico al que somos invitados durante algún tiempo. Somos huéspedes, no propietarios; y, siendo huéspedes, debemos agradecer.
 
Precisamente lo contrario del agradecimiento es el deseo personal intenso. El budismo y la teosofía enseñan que el deseo es una fuente central de infelicidad. La emoción del deseo es probatoria. Normalmente ella trae consigo ilusiones y puede tejer, con movimientos impensados, un círculo vicioso de ansiedades y frustraciones que terminan por producir solamente desánimo.
 
El sabio no desea personalmente que eso o aquello ocurra. No alimenta esperanzas; acepta los hechos tal como son. Define metas claras y toma medidas prácticas para alcanzarlas. Más que deseos, por lo tanto, el estudiante experimentado de filosofía esotérica debe tener proyectos. Todo deseo que no está acompañado de una intención práctica constituye una pérdida de energía. Helena Blavatsky escribió en su artículo “Chelas y Chelas Laicos”:
 
“Antes de desear, trata de merecer”.
 
Una Práctica Silenciosa
 
El agradecimiento libera del deseo. Gracias a él, el individuo evita el dolor psicológico causado por esperanzas alejadas de la realidad. Agradecer es una opción voluntaria que produce una libertad invisible ante el karma futuro y el karma presente.
 
Para que haya eficacia, el arte oculto del agradecimiento debe practicarse más en silencio que con palabras. Es importante decir a los demás “muchas gracias”. Se trata de una práctica saludable y necesaria. Pero es todavía más importante estar agradecidos en nuestra propia consciencia. Agradece sin palabras en tu corazón, y serás feliz. El sentimiento interno de gratitud resulta de la constatación directa de que la vida está OK, y de que tú estás OK.
 
Agradeciendo a Todos los Seres
 
Elegir el agradecimiento nos libera de la mala voluntad y de la estrechez mental y constituye un modo eficaz de celebrar la vida. Cada parte del universo vive y palpita. Todos los seres interactúan y cooperan entre sí. El teósofo agradece por los acontecimientos difíciles en su vida diaria porque aprende con ellos a ser realista en la manera como vive su ideal. Al vencerlos, acumula una experiencia que lo ayudará a dar nuevos pasos y enfrentar otros desafíos a lo largo del camino.
 
Aunque los budistas estén en lo correcto al desear tradicionalmente paz a todos los seres, en esta práctica aún se desea algo. El estudiante de filosofía esotérica, a su vez, reconoce que la paz ya está presente en todo el universo [1] y que ella no necesita ser anhelada en el plano emocional. Él puede decir, entonces:
 
“Agradezco a todos los seres”.
 
Desde este punto de vista, el ciclo energético está completo en sí mismo. Ningún deseo es necesario. Existen metas evolutivas de largo plazo que deben ser alcanzadas a través de acciones prácticas y con una serena determinación. Según la teosofía original, la gratitud no debe permanecer en el terreno de las palabras: la mejor manera de agradecer es ayudar a otros seres a lo largo del camino.
 
NOTA:
 
[1] La paz está en todas partes, pero no es siempre visible. Frecuentemente está oculta bajo la forma de Ley Universal.
 
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El artículo “El Arte de Agradecer” es una traducción del portugués. El trabajo ha sido hecho por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Texto original: “A Arte de Agradecer”. La publicación en español ocurrió el 26 de diciembre de 2021.
 
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