Un Mapa Para el Despertar Planetario
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
La tapa del libro de Redfield y un oso perezoso (Bradypus tridactylus), uno
de los animales más representativos de la fauna amazónica peruana (Wikipedia)
 
 
 
El libro “La Profecía Celestina”, de James Redfield, puede ser una llave auxiliar eficiente para amplificar la consciencia en dirección al cosmos. [1]
 
Bajo la forma externa de una novela, la obra usa un lenguaje simple e incluye escenas de persecución policial, fugas y arrestos arbitrarios. A lo largo de la historia, los buscadores de la verdad arriesgan sus vidas mientras desarrollan acciones altruistas. Alcanzan momentos de iluminación mística, viven la fraternidad universal y aprenden a percibir la unidad esencial de todas las cosas.
 
Vi el libro por primera vez en 1994, al final de una conferencia pública en Porto Alegre. Había hablado a los teósofos acerca de la sabiduría andina antigua, con base en datos que obtuve en la biblioteca de Adyar, en el sur de la India. Después de la sesión de preguntas, una estudiosa de temas andinos, a quien nunca había visto y de quien no había oído hablar, se acercó y me entregó a modo de cortesía un ejemplar de “La Profecía Celestina”.
 
Yo había llegado de mi viaje a la India poco tiempo atrás. La vida tiene ciclos curiosos. Parecía sorprendente que, justamente en una distante biblioteca de Asia – veinte años después de vivir en Perú y atravesar algunas veces la cordillera de los Andes – hubiera establecido un contacto más interior con la tradición andina y percibido por primera vez su verdadera importancia en mi vida.
 
Leí La Profecía Celestina de inmediato, casi sin interrupciones. Abandoné otras actividades para encerrarme en el mundo luminoso de sus páginas. En el prefacio de la edición brasileña, Paulo Coelho afirma, no por casualidad, que el texto “anima a leerlo sin parar, a zambullirse en el espíritu de aventura (…)”.
 
Lo que me atrae especialmente del libro es que constituye un instrumento para unirnos a la propuesta de una civilización justa y armónica en el futuro y, al mismo tiempo, una guía práctica para liberarnos de los mecanismos psicológicos de manipulación, control y lucha por el poder que nos impiden ver el significado mayor de la vida. En este sentido específico, Redfield, como autor popular, va más allá de Carlos Castaneda y mucho más allá de Paulo Coelho.
 
La acción de La Profecía Celestina está ambientada en Perú. El personaje principal busca revelaciones proféticas descritas en un antiguo Manuscrito descubierto poco tiempo atrás. El alto clero católico instiga al gobierno a suprimir el Manuscrito, cuyas revelaciones pueden sacudir las bases de la sociedad actual. Como consecuencia, la vida de quien busca conocer las revelaciones corre peligro.
 
El contenido del libro no tiene un vínculo específico con la cultura andina, pero expresa en sus grandes líneas el cambio mundial de parámetros que ocurre hoy en la mente humana como un todo. [2] James Redfield describe el surgimiento práctico de una cultura global que reformula todo el proceso civilizatorio a partir de un nuevo sentimiento de fraternidad incondicional.
 
El éxito mundial de La Profecía dio como resultado a una serie de bestsellers que desarrollan su historia. “La Guía de Lectura de La Profecía Celestina”, por ejemplo, da una orientación más detallada sobre cómo recorrer el camino del descubrimiento interior, individual y colectivamente. A pesar de ser titulada como “guía de lectura” en la edición brasileña, esta segunda obra solo debe leerse después de La Profecía y no pretende interpretar el primer libro.
 
En las páginas de la “Guía”, el lector pasa a ser el personaje central de la historia. La acción sale del escenario peruano y se traslada a las circunstancias que rodean a cada uno. Es uno mismo quien debe escribir buena parte de este segundo volumen. Al hacerlo, uno tendrá la oportunidad de examinar su vida, revisar sus planes y motivaciones y definir un compromiso personal con su propio crecimiento interior y el de toda la humanidad.
 
En La Profecía, la Primera Revelación aborda las aparentes coincidencias que ocurren en nuestra vida y poseen un significado profundo para quien busca comprenderlas mejor. Este es un axioma teosófico. Desde la geomancia hasta el I-Ching, los más diferentes procesos de percepción ampliada de la realidad tienen como base el principio de la unidad de todas las cosas. Lo grande está contenido en lo pequeño, tanto en el espacio como en el tiempo. El sistema solar está presente en cada átomo. Basta con percibir en profundidad las cosas que me rodean en un instante cualquiera para identificar la energía espiritual que orienta mi vida y la vida del cosmos. La intuición es capaz de leer mensajes en el cielo, en la tierra, o en el viento, como muestra Carlos Castaneda en sus libros. [3]
 
Cuando la atención interior está despierta, cada acontecimiento trae un mensaje. Pero la mente solo actúa con eficiencia cuando estamos libres del egoísmo y de la autopreocupación. De estos dos factores brotan la ilusión y el sufrimiento psicológico.
 
Llevar una vida espiritual en medio de la vida moderna puede parecerle absurdo a un ciudadano desinformado. Y, sin embargo, este es el desafío frente a nosotros: elevarnos por encima de las circunstancias. En determinado momento del transcurso de La Profecía, los personajes que buscan el Manuscrito sufren una persecución implacable. Tienen pocas posibilidades de escapar de la policía y el ejército. A pesar de ello, los buscadores más experimentados de la verdad muestran una completa serenidad.
 
“¿Cómo es que no pierden la calma?”, pregunta el personaje central de la novela. “¿No piensan que pueden echársenos encima y arrestarnos a todos?” (p. 164).
 
Los peregrinos experimentados ven a su amigo con una actitud paciente y comprensiva. Uno de ellos explica:
 
“No confunda la calma con el descuido o la imprudencia. Nuestro talante apacible es un indicador de lo bien que conectamos con la energía. Y si permanecemos en conexión con ella es porque no podemos hacer nada mejor, vistas las circunstancias”.
 
La pregunta formulada por el peregrino novato ocurre todos los días en diferentes partes del mundo. Miles de individuos se preguntan:
 
“¿Cómo puedo tener serenidad en medio de tanta agitación e incertidumbre?”.
 
Y se dejan llevar por las dificultades externas, renunciando al vínculo con la energía de la paz interior. Los peligros enfrentados por los personajes de “La Profecía” simbolizan las ansiedades e ilusiones que rodean al ciudadano moderno en su ritmo acelerado de vida y alejan su atención de lo que realmente interesa. La persecución sufrida por los buscadores de la verdad en “La Profecía Celestina” también simboliza la envidia y la brutalidad que, en general, intentan destruir cada gesto generoso y toda tentativa profunda de crecimiento espiritual. Helena Blavatsky escribió en el siglo XIX:
 
“El chela [el discípulo] es llamado a enfrentar no solo las malas inclinaciones latentes en su naturaleza, sino también todo el conjunto del poder maléfico acumulado por la comunidad y por la nación a las que pertenece. Esto se debe a que él es una parte integral de esos agregados, y los factores que afectan tanto al hombre individual como al grupo (ciudad o nación) reaccionan uno sobre el otro. En este caso, su lucha por la bondad irrita al conjunto de la maldad en su entorno, y atrae contra sí la furia de este conjunto”. [4]
 
Con miedo de mirar la vida de frente, muchos piensan que el precio de buscar la verdad es demasiado alto y se refugian en la rutina. En uno de los capítulos iniciales de “La Profecía”, alguien pregunta al personaje principal:
 
“¿Cuántas personas conoce que están obsesionadas por su trabajo (…) o que padecen enfermedades relacionadas con el estrés y no les es posible aflojar el ritmo de vida? No pueden trabajar más despacio porque utilizan su hábito para distraerse (…). Y hacen esto para evitar plantearse qué inseguridad sienten respecto al porqué de la vida” (p. 33).
 
Redfield da orientaciones que ayudan al lector a descubrir el motivo profundo de su existencia y su verdadero yo. La Segunda Revelación amplía la consciencia del tiempo histórico. Ella invita a observar la vida no solo desde la perspectiva de la encarnación actual, sino de todo un milenio (p. 26).
 
Más adelante, un personaje pregunta cómo podrá descubrir a su verdadero yo en medio de tantos conflictos emocionales. Él escucha la siguiente respuesta, que se refiere al drama del control, es decir, los mecanismos inconscientes por los cuales queremos manipular o controlar a los demás:
 
“Solo existe una manera. Cada uno de nosotros tiene que regresar a sus experiencias familiares, al tiempo y los lugares de su infancia, y revisar lo que entonces ocurría. Una vez somos conscientes de nuestra farsa de control podemos concentrarnos en la verdad superior de la familia, la perspectiva consoladora, por decirlo así, que yace detrás de los conflictos de energía. Descubrir esta verdad puede dar renovado vigor a nuestra vida, porque nos dice quiénes somos, qué camino seguimos, qué estamos haciendo” (p. 161).
 
Al trabajar con la “Guía”, el lector debe responder una pregunta sobre las rutinas diarias de conflicto y ambición. “¿En qué áreas de mi vida estoy simplemente siguiendo la marea?”, pregunta uno de los ejercicios sobre la Segunda Revelación, y añade:
 
“Escribe en tu diario un párrafo o dos sobre las partes de tu vida en las que sientes que estás atascado o simplemente ‘siguiendo la marea’. Detalla tus sentimientos. Cuanto más consigas traer estos sentimientos al nivel consciente, más abrirás las puertas a respuestas, oportunidades e insights” (pp. 53-54).
 
En la Novena Revelación, la “Guía de Lectura” enseña un ejercicio para crear nuevas oportunidades y, entre otras cuestiones, pone la imaginación del lector a trabajar positivamente:
 
“¿Qué preferirías estar haciendo? (…) ¿Qué ideas sobre el futuro te han gustado más? Describe en tu diario una o más vidas ideales que te gustaría vivir. Piensa realmente en grande (…)” (p. 303).
 
La Profecía prosigue rompiendo límites y dice que, misteriosamente, la manera más eficaz de buscar la felicidad es fortalecer nuestro propio vínculo espiritual con nuestro nivel de consciencia más elevado y con la energía del universo.
 
“Lo mejor que puedes hacer por ti y por los demás es dedicar algún tiempo para establecer un vínculo con tu yo superior”, recomienda la Guía de Lectura. “Haz una pausa cada dos horas en todo lo que estés haciendo y cierra los ojos. Restablece el contacto con una escena de la naturaleza (…). Siente cómo te expandes” (p. 119).
 
En el día a día, debemos evitar tomar decisiones cuando estamos cansados, irritados o con prisa. Pero, una vez que hemos pensado bastante y con serenidad en el asunto, podemos tomar la decisión. Y entonces es necesario ponerla en práctica. Postergar la implementación de decisiones ya tomadas lleva a la depresión y al agotamiento. Cada día de la vida debe ser completo en sí mismo. Por otro lado, vivir cada instante como un momento completo nos llevará a un cambio profundo no solo en nuestra vida individual, sino también en la vida colectiva.
 
James Redfield describe un proceso de acumulación previa que llevará a un instante de ruptura:
 
“El Manuscrito predice”, afirma un personaje de La Profecía, “que una vez alcancemos la masa crítica (…) nos preguntaremos simultáneamente qué misterioso proceso se desarrolla en este planeta por debajo de la vida humana. Y será esta pregunta, formulada al mismo tiempo por un número suficiente de personas, la que permitirá que las demás revelaciones lleguen también a las conciencias; porque, según el Manuscrito, cuando un número suficiente de individuos se pregunte seriamente qué está pasando en la vida empezaremos a descubrirlo” (p. 9).
 
En efecto, el “fin del mundo” esperado por algunos no ocurrirá en el plano físico, aunque puede que sean necesarias algunas catástrofes. Lo que sucede de vez en cuando en la vida de nuestra humanidad es la muerte de una mentalidad vieja y un renacimiento espiritual. Estamos viviendo en el siglo XXI la ruptura de una descripción estrecha y egoísta del mundo. A pesar de los desafíos, avanzamos hacia el momento en que irrumpirá la era de la fraternidad universal.
 
Una parte significativa de las Revelaciones Celestinas sobre el despertar colectivo se refiere al contacto con la naturaleza. En el futuro, dice el Manuscrito, los bosques serán preservados como patrimonio de valor incalculable.
 
“Una vez alcanzada la masa crítica”, dice un personaje de La Profecía, “la especie humana conocerá primero un período de intensa introspección. Percibiremos cuán espiritual y cuán bello es realmente el mundo natural. Veremos los árboles, los ríos y las montañas como templos de un gran poder que hay que conservar con reverencia, admiración y respeto. Exigiremos el fin de cualquier actividad económica que amenace este tesoro. Y quienes estén más próximos a esta situación encontrarán soluciones alternativas al problema de la polución, porque alguien intuirá dichas alternativas mientras busca su propia evolución” (p. 273).
 
La “Guía de Lectura” recomienda algunos ejercicios prácticos de comunión con la naturaleza:
 
* Pasa algún tiempo de esta semana en un escenario natural.
 
* Ejercítate enfocando la mente en un árbol o una planta durante algunos minutos por lo menos una vez esta semana. Piensa en lo que te une a él y a todos los seres.
 
* Habitúate a ver cosas bellas en tus amigos, familia y compañeros de trabajo.
 
En la década de 1990, cuando terminé la primera versión de este artículo, oía los sonidos de la naturaleza que me rodeaba por todas partes. El cielo estaba lleno de nubes que traían el agua del período de lluvias al terreno seco de la bella sabana brasileña. En septiembre de 2015, actualizo el texto en una biblioteca teosófica en el norte de Portugal. Escribo desde una pequeña ciudad en la que lo verde y las plantas conviven con los edificios: la humidad es constante a lo largo del año.
 
La humanidad avanza hacia la fraternidad, y el proceso no es fácil.
 
La propuesta de “La Profecía Celestina” sufre de ingenuidad. El funcionamiento de la rigurosa ley del karma aparece en la obra sin la nitidez necesaria, aunque está presente de modo básicamente correcto. El dogmatismo de la Iglesia católica es abordado con una dosis razonable de coraje político. Redfield muestra que el camino es estrecho y empinado. Por otro lado, él idealiza el misticismo cristiano y parece creer en un rápido renacimiento de la sabiduría. Pecar de optimismo excesivo fue un error compartido de varios modos por casi todo el movimiento esotérico y teosófico, entre 1975 y el año 2000. En el siglo actual, es indispensable un duro recomienzo, y este debe ocurrir cada día de la vida del aspirante.
 
A pesar de sus limitaciones, “La Profecía” es y seguirá siendo valiosa. La obra está iluminada por el idealismo altruista. El libro transmite la filosofía del amor por la vida y enseña el sentido de responsabilidad individual en relación con el proceso planetario de corto y largo plazo.
 
El tiempo cronológico no es lo más importante: solo el tiempo eterno es real, y él está siempre presente aquí y ahora, en todas partes.
 
Tarde o temprano, el ideal humanitario verá que su victoria se vuelve visible: en el plano esencial, la victoria ya ha ocurrido, pero la vida es cíclica y el renacimiento de la luz ha de ser vivido una y otra vez, en varias dimensiones. “La Profecía Celestina” y su “Guía de Lectura” son una lectura sana y forman parte del acervo positivo de la literatura espiritual popular.
 
NOTAS:
 
[1] “La Profecía Celestina”, James Redfield, Warner Books en colaboración con Ediciones B, copyright 1993, impreso en mayo de 1996 en los Estados Unidos de América, 300 pp., traducción de Jordi Gubern. El libro vendió millones de ejemplares en todo el mundo. El presente artículo discute también la obra “Guia de Leitura de A Profecia Celestina” (“Guía de Lectura de La Profecía Celestina”), de James Redfield y Carol Adrienne, Editora Objetiva, copyright 1995, edición brasileña, 1995, 314 pp., traducción de Claudia Gerpe Duarte. [Subnota del traductor: en español, el libro “La Profecía Celestina” es hoy más conocido y fácil de encontrar bajo el título de “Las Nueve Revelaciones”, y hay ediciones en español de la “Guía” bajo el título de “Guía Vivencial (Manual de las Nueve Revelaciones)”, aunque estas son más raras. En el presente artículo, las citas del libro “La Profecía Celestina” las reproducimos de la traducción al español antes mencionada, mientras que las citas de la “Guía” las traducimos de la edición brasileña de dicha obra.]
 
[2] El Manuscrito de “La Profecía” no tiene ninguna relación en cuanto a su contenido, por ejemplo, con el Manuscrito Huarochirí, uno de los documentos más valiosos del Perú antiguo.
 
[3] Véase, en nuestros sitios web asociados, el artículo (en portugués) A Filosofia de Carlos Castaneda”.
 
[4] Helena Blavatsky, en el artículo “Chelas e Chelas Leigos”.
 
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El artículo “Lecciones de La Profecía Celestina” es una traducción del portugués y la tarea ha sido hecha por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Texto original: “Lições da Profecia Celestina”. La publicación en español ocurrió el 23 de diciembre de 2021.
 
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