La Caminata Teosófica y el Ciclo
de Siete Años de la Evolución Personal
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
Se dice popularmente que cada siete años las células del cuerpo físico son renovadas. La afirmación merece un examen cuidadoso.
 
Las diferentes partes del organismo poseen células cuya durabilidad varía. Las células de algunos órganos del cuerpo duran días, otras células duran meses, y algunas viven décadas. Todas son renovadas de un modo u otro.
 
Un período de siete años constituye uno de los ciclos numerológicos más importantes, y también un subciclo de Saturno. Es posible decir que en este espacio de tiempo una parte decisiva de las células del cuerpo humano es renovada.
 
Un maestro de sabiduría esclarece:
 
“… Un hombre de cualquier edad, por más que se sienta conscientemente el mismo, sin embargo, físicamente no es el que era unos años atrás (nosotros decimos siete años y estamos dispuestos a sostenerlo y a demostrarlo). En términos Buddhistas diremos que sus Skandhas han cambiado. Al mismo tiempo siguen siempre trabajando sin cesar, preparando la forma abstracta, la ‘particularidad’ del futuro nuevo ser”. [1]
 
En otra ocasión, al comparar un globo planetario con un niño, el Maestro usa un lenguaje más directo y deja claro que los átomos del cuerpo humano cambian cada siete años:
 
“La ley en la Naturaleza es uniforme y la concepción, la formación, el nacimiento, el progreso y el desarrollo de un niño sólo difiere de las del globo en magnitud. El globo tiene dos períodos de dentición y crecimiento capilar – las primeras rocas, de las que luego también se desprende para dejar sitio a otras nuevas – y sus helechos y musgos antes de que consiga los bosques. De igual modo que los átomos del cuerpo cambian cada siete años, asimismo el globo renueva sus estratos cada siete ciclos”. [2]
 
La calidad de la renovación de los átomos, de las células y de los Skandhas, sin embargo, depende de las actividades del alma que anima al cuerpo. La responsabilidad es de cada uno. Cada ser humano está construyéndose a sí mismo en todo momento. Veamos entonces lo que puede ocurrir en la vida de alguien que, al aproximarse a la filosofía esotérica, siente que está haciendo un descubrimiento significativo.
 
El Descubrimiento de la Teosofía
 
La expansión de consciencia que acontece cuando una persona “descubre” la teosofía va mucho más allá de los planos sutiles de la vida. El pensamiento teosófico cambia el karma entero de la persona, en sus varios niveles. Y cada nivel de karma tiene su propio ritmo y su dinámica específica. El cambio es de sustancia, no de cantidad. Ocurre en el espíritu y en la materia.
 
El contenido kármico en sí continúa siendo básicamente el mismo, pero su estructura pasa a ser otra, y esto cambia el significado y la dirección del karma.
 
El karma acumulado es como algo que se almacena en una sala: con el estudio teosófico serio, el “almacén” de karma del individuo deja de estar en un “cuarto oscuro con la lámpara rota”. Se abre una ventana y entran sol y aire puro. Abrir y cerrar la puerta dejan de ser acciones dolorosas. Cuando es necesario, la luz se enciende y la lámpara funciona.
 
El karma acumulado, al entrar en contacto con la luz del día, comienza a ser revisado y reprocesado. Se purifica, se torna más leve, flexible, adaptable, y funciona como una fuente de lecciones conscientes.
 
El karma modificado por el estudio de la ley abstracta universal se vuelve gradualmente más sutil, hasta permitir una sintonía directa con la esencia del cosmos. El karma purificado por el contacto con la inteligencia espiritual no permanece aislado en el plano superior. Su influencia se extiende y se registra en todos los niveles del ser hasta llegar al organismo físico del individuo, así como antes se registró el karma mental anterior, más denso y relativamente ciego.
 
Cada célula, con su grado de inteligencia propia, recibe la energía búdica superior. Cuando la energía superior aumenta su influencia, la célula tiene que readaptarse a ella. [3]
 
Durante la vida de una célula específica, esta readaptación solo puede hacerse hasta cierto punto. Cuando la célula es sustituida, su sucesora vendrá con aptitudes más amplias y una posibilidad mayor de vibrar y vivir de acuerdo con la energía teosófica. Será necesario desapegarse de los patrones vibratorios contraindicados. Poco a poco, la influencia de lo que el individuo aprende en el plano mental es absorbida en el plano físico y en el plano emocional. Los contrastes y los desafíos estarán presentes: todo aprendizaje espiritual es probatorio y trae peligros.
 
El progreso en dirección a la integración y la coherencia será más fuerte cuanto mayor sea la fuerza de la integración del individuo consigo mismo. Un ejemplo de esta construcción de afinidad entre lo físico y lo sutil es la práctica del vegetarianismo. Abstenerse de la violencia implícita en el hábito de comer carne vuelve más fácil para el ser humano vivir y comprender la fraternidad universal. La sustancia material de su cuerpo físico cambia para mejor y se torna más compatible con el mundo del espíritu.
 
Lo Material y lo Espiritual
 
El hecho de que cada siete años cambia una parte decisiva de las células, de los átomos y de los Skandhas de un ser humano hace que su constitución oculta pase a ser otra. Estos cambios graduales pueden ser observados con varias formas de marcar el tiempo, comenzando con el tiempo inmediato.
 
* Cada pocos segundos, renovamos el oxígeno que impulsa la vida de nuestro cuerpo físico. Un día de 24 horas significa una revolución completa de la Tierra alrededor de sí misma y constituye una oportunidad plena de vivir correctamente.
 
* Durante un trimestre, un cuatrimestre y un semestre ocurren cambios sustanciales en función del movimiento espiritual de los astros en el cielo.
 
* Cada 12 meses de estudio de teosofía, un nuevo ciclo solar completo renueva hasta cierto punto las células, los hábitos, los pensamientos y los sentimientos acumulados.
 
* Cada cuatro años, habiendo pasado ya más de la mitad del período septenario, se produce una gran diferencia en la estructura del karma.
 
Cuando la intención es noble y firme, el paso del tiempo produce un cambio purificador y un progreso en la calidad de vida en todos los niveles, preparando mejores encarnaciones en el futuro. La condición esencial para avanzar es la sinceridad con uno mismo y con los demás.
 
El teósofo bien informado estudia la relación entre lo material y lo espiritual. Todas las células del organismo físico de un ser humano registran en sí los patrones de sintonía dominantes del individuo, tanto en el plano de las emociones como en el de las ideas, los hábitos y las intuiciones. Registran también el grado de aptitud contemplativa que él posee. La renovación de las células y de los átomos abre gradualmente nuevos y mejores caminos. Para optimizar el proceso, el estudiante de teosofía tiene que vincular sus acciones físicas, emocionales y pensamentales siempre más estrechamente entre sí, armonizando todo el proceso.
 
No importa que el proceso no sea percibido: la germinación de la semilla plantada bajo tierra es invisible.
 
Cada vez que el peregrino avanza algunos pasos, todo el resto de la caminata se vuelve más comprensible. La dificultad pasa a perder importancia, aunque los peligros puedan ser ocasionalmente grandes. Con el surgimiento de vibraciones más elevadas, el abandono de las vibraciones groseras pasa a ser obligatorio. No hay otro camino a seguir, excepto el de la sabiduría.
 
NOTAS:
 
[1]Las Cartas de los Mahatmas”, carta 16, pp. 158-159.
 
[2]Las Cartas de los Mahatmas”, carta 15, p. 132.
 
[3] Vea más sobre la inteligencia de las células en las páginas 115 y 116 del libro “Três Caminhos Para a Paz Interior”, de Carlos Cardoso Aveline, Ed. Teosófica, Brasilia, 2002, 191 páginas.
 
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El artículo “Simplificando y Elevando el Karma” es una traducción del portugués y ha sido hecha por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Título original y link: “Simplificando e Elevando o Carma”. La publicación en español ocurrió el 24 de mayo de 2020.
 
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