El Conocimiento Divino No Tiene
Dueños, y los Más Grandes Sabios
Son Humildes Buscadores de la Verdad
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
Dos guías para el Monte del Templo, o Monte Moriá
 
 
 
El concepto oriental de karma enseña la ley del equilibrio en la vida. Combina tiempo, espacio y movimiento. La existencia del mundo es vista como un vasto campo magnético creado por las acciones de todos y los efectos de ellas.
 
Hay una historia intuitiva y una geografía de la consciencia espiritual planetaria. La cadena de causación en la vida de nuestro globo parece desarrollarse con una fuerza particular en algunos lugares especiales. De ellos irradia una inspiración superior en ritmos y ciclos que también dependen de la ley de acción y reacción.
 
Stonehenge es bien conocido en Europa. El Machu Picchu, en la cordillera de los Andes, en Sudamérica, es también uno de esos lugares clave. Su influencia es silenciosamente inspiradora, al igual que la energía de muchos otros lugares específicos de los Andes. Cada país tiene puntos magnéticos en su territorio. En los círculos esotéricos, no hay necesidad de mencionar los Himalayas.
 
El karma o la experiencia acumulada de la civilización actual está significativamente magnetizado por Jerusalén, la ciudad que las tres formas más conocidas de monoteísmo consideran sagrada. El judaísmo es la más antigua de estas tres religiones; tiene dimensiones panteístas (por ejemplo, en la cábala) y es la que posee una ética más fuerte.
 
En palabras simples, una definición oriental de la ética diría que es el arte de sembrar buen karma, o de generar justicia y equilibrio. En el Pirkei Avot, perek 5, mishná 26, se lee lo siguiente: “Según el sufrimiento es la recompensa”. [1]
 
En la ciudad de Jerusalén, se encuentra el Monte Moriá o Monte del Templo, que es el sitio más sagrado del planeta para los judíos. A lo largo de los siglos, ha sido como un imán planetario para los sentimientos nobles. Ha inspirado la búsqueda de una visión divina del mundo y el sentimiento de respeto por todas las vidas. También ha inspirado guerras, odio, fanatismo y actos terroristas.
 
Pocos líderes musulmanes están preparados para aceptar la contribución central del judaísmo y de la nación judía a la experiencia humana en los últimos milenios, y para denunciar activamente el antisemitismo y cooperar con Israel. Y estos son pioneros del futuro. Los sectores predominantes del cristianismo también padecen la enfermedad del fanatismo. No todo es fácil en el progreso humano, y hay que eliminar algunos obstáculos significativos antes de que el lado luminoso del futuro pueda surgir.
 
Lo políticamente correcto no debería impedirnos reconocer los hechos. Todos pueden investigar y vivir respetuosamente el misterio del Monte del Templo. El Monte Moriá no tiene que ver solo con el pasado, sino que es una clave del futuro. Hay que aceptar un hecho básico: los esfuerzos sensatos en favor de la paz mundial deben tener en consideración el papel decisivo y a menudo invisible desempeñado por el Monte del Templo a lo largo de la historia.
 
Desde la antigüedad, su centralidad cultural y magnética en la evolución humana ha sido innegable. Desde el punto de vista práctico, una cosa es obvia: rezar y meditar con tranquilidad en el Monte del Templo es el derecho natural de los judíos.
 
También es el derecho de los musulmanes, cristianos y hombres y mujeres de cualquier fe o filosofía. Sin embargo, la devoción verdadera no incluye el odio. El Monte Moriá debe dedicarse a la sabiduría interreligiosa y a la práctica multicultural de la paz interior. El lugar tiene que ser respetado. No puede ser usado para justificar la intolerancia o el antisemitismo. Quienes no están preparados para vivir en armonía con religiones diferentes a la suya pierden su derecho moral a todo lo que pertenece a la humanidad en conjunto. Son incapaces de aceptar nada que sea universal en el sentido verdadero e interdisciplinario del término. El Monte del Templo tiene precisamente este tipo de universalidad: debe ser aceptado como un lugar multicultural para que deje de ser una fuente de conflictos y empiece a ser un centro de armonía universal entre naciones.
 
La justicia es la base inevitable de la armonía. Por tanto, defender el apego a la letra muerta y el fanatismo, sea judío, musulmán o cristiano, no puede abrir camino a la paz.
 
Proteger el fanatismo estimula la estrechez de mente. El carácter naturalmente universal del judaísmo es una lección que Israel ha estado enseñando al mundo desde 1948. Tal sabiduría intrínseca ha sido transmitida a muchos mediante el ejemplo y no a través de la predicación. Es cierto que hay estrechez de mente en algunos sectores del judaísmo, pero está destinada a desaparecer, al igual que la estrechez de otras religiones.
 
Poco a poco, el Monte del Templo se vuelve ampliamente reconocido como uno de los lugares más importantes, entre los que simbolizan la evolución espiritual de la humanidad.
 
La investigación y la bibliografía se expanden, y hay dos guías para el Templo, cuidadosamente preparadas, que permiten comprender mejor el asunto. Una de ellas es “Jerusalem: The Temple Mount”, de Leen y Kathleen Ritmeyer. [2] El otro libro, igual de interesante, es “Arise and Ascend: A Guide to the Temple Mount”. [3] Ricamente ilustrados, los volúmenes respetan las complejidades interreligiosas del asunto.
 
Hay un tercer libro, más amplio, que no es una guía, sino un estudio exhaustivo. “Jerusalem, an Archaeological Biography”, de Hershel Shanks, revela algunos aspectos comunes entre el judaísmo y la antigua religión egipcia. Un ejemplo es la forma egipcia del querubín judaico presente en el Templo de Salomón. [4] Esta no es una evidencia aislada. Es fácil ver que Moisés aprendió más de una doctrina de su sabiduría secreta mientras vivía en Egipto. Helena Blavatsky profundiza sobre ello. [5] Según la filosofía esotérica, Moisés fue un iniciado en la sabiduría de Hermes. [6] H. P. Blavatsky escribe sobre “los hebreos, cuyo profeta Moisés era un gran conocedor de la sabiduría esotérica de Egipto y adoptó el sistema numérico de los fenicios…”. [7]
 
Ninguna religión o filosofía es la “propietaria única” de la verdad. El conocimiento divino no tiene dueños. Los hombres más sabios son humildes buscadores de la verdad, y las varias religiones no tienen nada que perder – excepto su ingenuidad – en un franco diálogo intercultural. Ampliarán fuertemente su sabiduría y sus horizontes hablando entre sí con honestidad.
 
NOTAS:
 
[1] “Ethics From Sinai”, de Irving M. Bunim, Philipp Feldheim, Inc., Nueva York, 1964, edición en 3 volúmenes. Véase el volumen 3, p. 246.
 
[2] Publicado por Carta Jerusalem, Israel, 2015, 160 pp.
 
[3] Publicado en Jerusalén en 2015 por The Meeting Place Association y Temple Mount Heritage Foundation, y con 76 pp.
 
[4] “Jerusalem, an Archaeological Biography”, de Hershel Shanks, Random House, Nueva York, copyright 1955 y 1983, edición de 1995, 256 pp. Los elementos egipcios del querubín judaico son mencionados en las pp. 56 y 57. Véase también “Jerusalem’s Temple Mount”, de Hershel Shanks, Continuum, Nueva York – Londres, copyright 2007, 206 pp.
 
[5]Isis Unveiled, Volume I”, H. P. Blavatsky, p. 228 y p. 415, entre otras. Véase “Moisés” en el índice de Isis Unveiled, Volume II,  p. 671.
 
[6]The Secret Doctrine, Volume I”, H. P. Blavatsky, mitad inferior de la p. 73.
 
[7]The Secret Doctrine, Volume II”, H. P. Blavatsky, último párrafo de la p. 560.
 
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El artículo “La Universalidad del Monte del Templo” fue traducido del inglés por Alex Rambla Beltrán. Texto original: “The Universality of Temple Mount”. La publicación en español ocurrió el 10 de marzo de 2024.
 
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