El Avatar Que Desprecia la Práctica de Pensar
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
J. Krishnamurti nunca estudió a los grandes sabios de todos los tiempos; ignoró
en sus escritos la existencia de la Ley del Karma, y nunca leyó a Helena Blavatsky.
 
 
 
¿Cuál es el verdadero significado del pensamiento y de los escritos de Jiddu Krishnamurti?
 
La pregunta es relevante, ya que Krishnamurti todavía es visto como una fuente de inspiración para muchos teósofos de buena voluntad alrededor del mundo. Como pensador de la nueva era, es bastante popular. Sin embargo, un examen objetivo de sus escritos y de sus enseñanzas orales muestra que:
 
1) Krishnamurti ignora la existencia de la Ley del Karma;
 
2) No conoce o no menciona la existencia de la Ley de la Reencarnación y de los Ciclos;
 
3) Ignora la existencia del Discipulado;
 
4) No ve ningún Sendero que deba ser recorrido por los peregrinos, a lo largo del cual ellos deban progresar por su propio mérito y en base a sus propios esfuerzos;
 
5) Krishnamurti ignora la existencia de los Maestros de Sabiduría y de los Iniciados en la Ciencia Esotérica;
 
6) No cree en la existencia de una Ciencia o Filosofía Esotérica verdadera;
 
7) Ignora y tiende a negar la existencia de un Yo Superior o Alma Inmortal que guía, tanto como es posible, al yo inferior de cada ser humano;
 
8) No conoce la necesidad de estudiar las escrituras de las religiones antiguas o las obras de los filósofos clásicos, orientales y occidentales;
 
9) Ignora la importancia del movimiento teosófico moderno;
 
10) Niega el papel que juegan la Razón y el razonamiento en la evolución humana, y prefiere describir el pensamiento humano como algo negativo en sí mismo;
 
11) Krishnamurti nunca leyó ningún libro de Helena Blavatsky, y no mostró gran interés en leer libros en general, teosóficos o no;
 
12) Al discutir en sus conferencias y escritos los problemas que enfrenta nuestra humanidad, no parece apreciar algunos factores básicos en la evolución humana, tales como la Democracia, la Ética, los Derechos Humanos o la Organización de las Naciones Unidas. Por otro lado, muestra una fina percepción de la unidad de la vida en la Naturaleza.
 
A pesar de algunos puntos en común con la Teosofía, Jiddu Krishnamurti ignora activamente la mayor parte de las enseñanzas teosóficas y abiertamente contradice muchas de ellas.
 
Ese sorprendente “avatar” desprecia el pensamiento y el uso del cerebro. Tratemos de entender su actitud desde un punto de vista teosófico.
 
Krishnamurti es un adversario de las formas mecánicas de pensamiento y de las emociones basadas en la memoria personal. En esto, parece tener razón.  El yo inferior que Krishnamurti denuncia es frío y astuto. Es gobernado por el apego y el rechazo. Tiene una ética escasa y no puede relacionarse intensamente con sentimientos nobles. El pensamiento egoísta a menudo carece de alma y parece dominar la superficie de la vida en nuestra civilización. Las operaciones de la mente egotista generan un rechazo instintivo en los ciudadanos de buena voluntad. De ese modo, algunas personas se convencen de que el acto de pensar es en sí mismo falso, erróneo y despreciable, y tratan de negar la legitimidad de todas las maneras de pensar. Ellos consideran que cualquier tipo de actividad mental es peor que inútil.
 
Una crítica tan inexacta y pesimista es más que contraproducente. Es menos inocente de lo que parece.
 
Al etiquetar el proceso del pensamiento en sí mismo como inherentemente malo, algunos “Krishnamurtianos” pueden inconscientemente darse una especie de licencia para pensar en líneas egoístas, y de este modo oscilar ciegamente en sus vidas entre los pensamientos egoístas, por un lado, y una “negación mística de todo pensamiento” por otro lado. Si ellos aceptaran el hecho de que los seres humanos pueden pensar de manera correcta, tendrían que esforzarse en esa dirección. Prefieren evitar eso.
 
Jiddu Krishnamurti cayó en la ilusión de que el pensamiento es malo y comenzó a proclamar y promulgar eso. Enseñando un sendero aparentemente fácil – el de la pereza mística en el plano mental -, sus libros han llevado a miles de lectores a la trampa oculta que consiste en despreciar la razón. Muchos de sus seguidores quedan atrapados en el callejón sin salida del culto al no pensamiento.
 
Entonces, ¿qué deben hacer los ciudadanos de buena voluntad que quieran vivir a la altura del próximo paso en la evolución humana? Su deber es elegir un sendero más difícil, que se dirige hacia arriba, en la dirección opuesta al camino del no-pensamiento recomendado por Krishnamurti.
 
Uno debe expandir, no reducir, la relación entre sus pensamientos, sus emociones y sus acciones. Despreciar el proceso del pensamiento solo causaría daño a Antahkarana, el puente sagrado que une el yo superior y el yo inferior. Es por establecer una correspondencia más fuerte entre sus ideas, sus sentimientos y actos que un ser humano provoca una presencia intensa de su yo superior en la vida diaria.
 
Uno debe amar lo que piensa. Uno debe entender racionalmente lo que ama. El pensamiento correcto necesita emociones sinceras. La verdad es percibida por los más elevados niveles de pensamiento. El pensamiento correcto fluye en armonía con el silencio interior, y de esta armonía surge la acción correcta.
 
Aunque los estados mentales meditativos trascienden el pensamiento, no lo niegan. La teosofía estimula las operaciones mentales correctas. Uno debe aprender cada lección completamente, antes de pasar al siguiente nivel de desafío. Es el pensamiento correcto lo que le permite a uno trascender e ir más allá del principio pensante.
 
Con el fin de que el peregrino aprenda lecciones duraderas, se deben valorar y comprender todo lo posible siete niveles o principios de conciencia. A medida que la sabiduría comienza a emerger en la vida de uno, el cuerpo físico, las emociones y los pensamientos se purifican gradualmente. Poco a poco se liberan de la escoria de la ignorancia acumulada y comienzan a ser utilizados adecuadamente por el alma, dentro de la red de situaciones kármicas. Por lo tanto, ningún aspecto de la vida humana debe ser despreciado, y la Razón es el factor definitorio en el ámbito humano. El pensamiento es esencialmente una operación divina. La comprensión humana de la vida es racional, siempre que sea humana, y puede ser mejorada por cada individuo responsable mediante la práctica constante del pensamiento correcto.
 
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El texto “Krishnamurti y la Teosofía” es una traducción del Capítulo Dieciséis del libro “The Fire and Light of Theosophical Literature”, de Carlos Cardoso Aveline, The Aquarian Theosophist, Portugal, 255 pp., 2013. Título original: “Krishnamurti and Theosophy”. La traducción al español es del teósofo Alex Rambla Beltrán. La publicación en español ocurrió el 17 de abril de 2018.
 
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Acerca del papel del movimiento teosófico en el despertar ético de la humanidad, lea el libro The Fire and Light of Theosophical Literature”, de Carlos Cardoso Aveline.
 
 
Publicado en 2013 por The Aquarian Theosophist, el volumen tiene 255 páginas y puede ser obtenido en Amazon Books.
 
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