El Karma, el Carácter y la
Idea que Cada Uno Tiene de Sí
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
En su libro “Psicocibernética”, Maxwell Maltz constata: la imagen que el ser humano tiene de sí mismo orienta de modo subconsciente la mayor parte de sus actitudes. [1]
 
Para mejorar el rumbo de su existencia, uno debe asumir la responsabilidad del contenido de esta autoimagen, adoptando medidas para que ella sea profunda y verdadera.
 
La teosofía enseña que el ser humano es esencialmente inmortal, y que secundariamente tiene mucho que aprender. El mero hecho de reconocer que nuestra esencia no muere es un acto revolucionario de cambio de la imagen que tenemos de nosotros mismos, y modifica tanto el significado de la vida como el propósito de cada encarnación. Sin embargo, esto no es frecuente.
 
En la mayor parte de los casos, la imagen que las personas tienen de sí mismas es el resultado de una acumulación subconsciente de registros de sensaciones pasadas: victorias y derrotas, aplausos y estímulos positivos que han recibido, recuerdos desagradables, traumas y alegrías marcantes. Este conglomerado de autoimágenes actúa en un plano instintivo, guiando a la persona de modo más o menos ciego, hasta el momento en que ella despierta al autocontrol y toma su destino en sus propias manos.
 
El ciudadano tiene que asumir la construcción de su autoimagen, desarrollando gradualmente, por un acto de voluntad soberana, el potencial infinito presente en su alma.
 
La Elección de la Independencia
 
Uno puede y debe definir con autonomía quién es. Tenemos que conocer y escuchar a nuestra naturaleza interna. Uno de los primeros pasos consiste en desafiar a las descripciones artificiales que desde la infancia recibimos de otros respecto a nosotros mismos. La meta es que uno construya su individualidad “a imagen del Dios Padre que está en los cielos”, es decir, del yo superior, el alma espiritual de uno.
 
Desde la perspectiva teosófica, tener una imagen positiva de nosotros mismos significa vernos desde antahkarana, el puente vivo entre la consciencia humana y la consciencia divina.
 
A medida que se recorre el camino del autoconocimiento, acontece una organización gradual de nuestra voluntad en torno a metas elevadas. El alma mortal, cuando es honesta, es sagrada. Es una aliada decisiva de nuestro Espíritu inmortal. Para que el alma mortal desarrolle su potencialidad superior, sin embargo, ella necesita derrotar a las presiones socialmente organizadas según las cuales todo ser humano debe verse a sí mismo como egoísta y materialista – o por lo menos comportarse externamente de este modo – so pena de ser catalogado de “antisocial”. Las autoimágenes falsas, creadas por mecanismos neuróticos, por moda, por miedo, ambición o fingimiento subconsciente, son trascendidas paso a paso en el camino teosófico.
 
Uno evita ser dominado por procesos de hipnotismo colectivo. [2] Uno encuentra la verdad dentro de sí, y no en lo que este o aquel afirma. La pregunta “¿quién soy?” [3] debe ser correctamente encarada para que uno pueda encontrar al ser interno.
 
El tema clásico de la identificación personal del ser humano con la ley del universo es abordado de modo claro y sucinto en el “Diagrama de Meditación” de Blavatsky. [4] Es un privilegio del estudiante de filosofía poder desidentificarse de las acumulaciones instintivas de visiones de sí mismo, reunidas al azar en una “autoimagen” impensada, y corregir su propio ser conscientemente, en consonancia con los niveles inmortales del alma.
 
Hay que examinar cómo se genera la autoimagen del ciudadano en los países del mundo moderno.
 
El estudiante de filosofía esotérica tiene instrumentos para enfrentar tres cuestiones prácticas:
 
* ¿En qué aspectos la autoimagen que alguien tiene de sí mismo puede ser falsa, neurótica, pesimista y meramente material?
 
* ¿Hasta qué punto la autoimagen de gran parte de los ciudadanos es hoy superficial y dictada por la propaganda, por la búsqueda de dinero, fama, poder social y otras ilusiones, frecuentemente alimentadas por miedos infantiles guardados en el subconsciente?
 
* ¿Cómo construir y poner en funcionamiento, en los niveles concretos de la vida, una autoimagen verdadera, que incluya los niveles superiores de consciencia, y que trabaje 24 horas al día produciendo paz y sentido común, así en el plano consciente como en el plano subconsciente?
 
El Duro Camino de la Bienaventuranza
 
Independientemente de lo que haya ocurrido en el pasado, es en el momento presente cuando cada individuo puede y debe estar en paz consigo mismo. [5]
 
Concentrar la mente y la acción aquí y ahora en aquello que es correcto hace que uno se sienta bien consigo mismo y con la vida, abriendo camino al proceso de la bendición. La felicidad es un hábito que va junto con la humildad y el realismo. Las apariencias engañan, y hasta situaciones objetivamente dolorosas pueden llevar a la bienaventuranza, cuando el alma es mayor que las circunstancias. Se cuenta que, en cierta ocasión, san Juan de la Cruz entró en éxtasis contemplando los siguientes versos:
 
“Quien no sabe de penas
en este valle de dolores
no sabe de cosas buenas,
ni ha gustado de amores,
pues penas es el traje de amadores”. [6]
 
El Conocimiento del Yo Superior
 
El discipulado o aprendizaje avanzado del alma corresponde a la desidentificación del estudiante con relación al mundo externo y su autoidentificación creciente con la ley del universo. El aspirante busca el discipulado a través del estudio, la contemplación y el trabajo altruista. En este proceso reconoce a su propia personalidad externa como un instrumento práctico al servicio de un aprendizaje mayor.
 
Cuando decimos que un Maestro de Sabiduría “es” esencialmente la Ley universal, estamos diciendo que el Maestro se identifica “personalmente” con el universo.
 
Esta es también la meta del discípulo y del aprendiz. Todo estudiante está en proceso de ver que su Verdadero Yo es su Mónada, el principio más cósmico presente en su aura individual.
 
El estudio vivencial de “La Doctrina Secreta”, así como de “Las Cartas de los Mahatmas” y otros escritos compatibles con estas obras, es iniciático porque expande la consciencia. El abordaje práctico de la literatura esotérica clásica, que lidia con las verdades universales, señala el rumbo central de largo plazo del movimiento teosófico y constituye la tarea más elevada de uno, porque lleva a uno a identificarse gradualmente con su propia alma inmortal, permitiéndole percibir algo básico: su autoimagen más verdadera es la de alguien que vive en profunda unidad y armonía con el cosmos infinito, eterno e impersonal. Hay numerosas indicaciones de que el estudio de los temas abordados en “La Doctrina Secreta” es inevitable en el entrenamiento no solo de los discípulos avanzados de los maestros, sino también de los aprendices laicos que pretenden recorrer el camino de la sabiduría cósmica. La comprensión del universo cambia el aura de uno.
 
Los Skandhas, los Kleshas y la Autoimagen
 
Veamos algunos términos técnicos útiles para la reflexión.
 
Desde un punto de vista teosófico, lo que Maxwell Maltz llama “autoimagen” incluye y expresa el conjunto de los skandhas o el karma del individuo. En “Las Cartas de los Mahatmas”, un Maestro define los skandhas como “los elementos de la existencia limitada”. [7] Y una nota a pie de página en la edición brasileña de la obra esclarece:
 
“Los cinco Skandhas o atributos que forman la personalidad humana son: forma (rupa), percepción (vidana), consciencia (sanjna), acción (samskara) y conocimiento (vidyana)”.
 
Una cuestión práctica ante todo investigador es saber hasta qué punto es sabio el modo en que él administra en la vida diaria estos cinco aspectos de su existencia personal.
 
También hay otra forma de describir la estructura consciente y subconsciente del yo inferior. Se trata del término “kleshas”. Según los Yoga Sutras de Patanjali, hay cinco principales kleshas o elementos del dolor y fuentes del sufrimiento:
 
1) Avidya, ignorancia espiritual;
2) Asmita, sentido del yo separado;
3) Raga, apegos ciegos;
4) Dvesha, rechazos ciegos; y
5) Abhinivesha, miedo personal.
 
A partir del agregado kármico que forma la personalidad – skandhas y kleshas – surge lo que los autores del análisis transaccional denominan “script” o “drama repetitivo” de la vida individual.
 
Esta “hoja de ruta fija”, establecida en la infancia, se relaciona con hechos de vidas pasadas y muchas veces nos atribuye ciertos papeles emocionales predeterminados y repetitivos. Entre ellos están el del “héroe”, el de la “víctima”, el “santo”, el “líder”, el “sabelotodo”, el “boicoteador”, el “victorioso”, el “derrotado”, el del “simpático agradable” y el del “salvador de la patria”.
 
El camino de la autorresponsabilidad consiste en superar el juego de cartas marcadas de la repetición constante de viejos “dramas emocionales”, tan común en las dinámicas familiares y en el mundo psicológico individual, y en despertar a la siembra consciente de karma saludable. El “juego dramático” de la vida debe ser aceptado como parte de la realidad y fuente de lecciones. La meta es observarlo y trascenderlo, de manera que se vuelva flexible, dejando de ser fatalista.
 
Un Maestro espiritual escribió que el candidato a la sabiduría debe enfrentar y vencer a la Duda, al Escepticismo, el Desprecio, el Ridículo, la Envidia y la Tentación. Él debe tener un corazón y un alma vestidos de acero y una determinación de hierro, y aun así ha de ser amable y gentil, y humilde. [8]
 
Coleccionando lecciones, uno transforma las derrotas en conocimiento. Avanzando, uno construye una forma propia de disciplina diaria mediante la cual reforma, purifica y eleva constantemente su karma, caminando sin prisa hacia la luz espiritual. La vocación de victoria, dada por la armonía con el yo superior, es entonces reforzada: pero no se trata de una victoria externa. Lo que acontece no es “la victoria de alguien”, sino el surgimiento de la paz.
 
NOTAS:
 
[1] “Liberte Sua Personalidade”, de Maxwell Maltz, Summus Editorial, SP, 1981, 206 pp. En español, las varias ediciones del libro llevan como título “Psicocibernética”.
 
[2] El tema del hipnotismo y de la dominación subconsciente es discutido en las páginas 20-53 de “Liberte Sua Personalidade”. Léase también, en nuestros sitios web, el artículo Rompendo a Manipulação Mental”, en portugués.
 
[3] La pregunta “¿quién soy?” ocupa un lugar central en la filosofía del sabio indio Ramana Maharshi. Véase, por ejemplo, el capítulo 24 de la obra “Conversas na Biblioteca”, de Carlos Cardoso Aveline, Edifurb, 2007, 170 páginas. El capítulo se titula “Ramana Maharshi e a Busca do Verdadeiro Eu”.
 
[4] Léase en nuestros sitios web asociados el artículo “Diagrama de Meditação”, de Helena P. Blavatsky,
 
[5] “Liberte Sua Personalidade”, 1981, pp. 59-60.
 
[6] Estos son los versos originales en español. Su versión al portugués se encuentra en “Obras Completas de S. João da Cruz”, Ed. Vozes, Petrópolis, RJ, quarta edição, 1996, 1150 páginas, ver p. 78.
 
[7]Las Cartas de los Mahatmas, Editorial Teosófica, Barcelona, España, 1994, carta 25, p. 289. En la edición brasileña, “Cartas dos Mahatmas”, Editora Teosófica, Brasília, véase el volumen II, Carta 104, p. 192.
 
[8] Las Cartas de los Mahatmas, Editorial Teosófica, Barcelona, España, 1994, carta 62, p. 502.
 
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El artículo “Autoimagen y Autoconocimiento” es una traducción del portugués y la tarea ha sido hecha por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Texto original: “Autoimagem e Autoconhecimento”. La publicación en español ocurrió el 23 de enero de 2022.
 
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