
Una Interacción Silenciosa Une
Los Diferentes Niveles de Consciencia
Carlos Cardoso Aveline

En la literatura teosófica clásica, está bien establecido el hecho de que la ley del karma opera en varias líneas, de acuerdo con las circunstancias de cada plano de la realidad. Aunque el karma sea lineal, sus líneas son innumerables y, frecuentemente, se cruzan unas con otras.
Dejando de lado los planos más elevados, en los que el karma o ley de acción y reacción opera de modo muy sutil y difícil de percibir, hay por lo menos tres grandes aglomeraciones o grupos de escenarios:
1) El karma del plano físico.
2) El karma del plano “astral”, de las almas mortales.
3) El karma del plano buddhi-manásico, donde opera la inteligencia espiritual, la del yo superior, y que tiende a ser independiente de las formas externas.
Dentro de cada uno de estos grandes bloques de karma, existen escenarios específicos de acciones y reacciones, unos más sutiles, otros más densos, y el número de ellos es difícil de calcular. En la totalidad del universo, tal vez haya una cantidad casi ilimitada de “pedazos” o dimensiones de la realidad. Cada una tiene sus propias corrientes de causas y efectos y posee un grado de autodeterminación. [1] Por otro lado, la interacción es la ley básica del universo, y la autonomía de cada ser – “lo que se siembra, se cosecha” – es compensada por la interdependencia entre todos ellos.
El universo está vivo. Una unidad dinámica y sutil vincula los más diferentes ecosistemas y aspectos de la naturaleza. Ninguna cadena de causas y efectos puede aislarse a sí misma en el plano en que parece ser dominante. Cada escenario kármico tiene un “aura” o “membrana” que define su campo vibratorio, pero toda separación no es más que una ilusión temporal. En el tiempo y en el espacio, existe una variedad inagotable, tanto en calidad como en cantidad, de formas de interacción. En cada nivel de la realidad, diferentes cadenas de causación ejercen una influencia mutua dentro de su territorio común. Pero también están constantemente sujetas a las influencias de los reinos de la naturaleza que son superiores e inferiores a ellas, y ejercen influencia sobre estos reinos.
La Interacción Vertical
La interacción vertical entre los diferentes planos de la consciencia celestial y terrestre opera básicamente de dos modos.
Puede funcionar por ósmosis, es decir, gradualmente, de modo semejante al rocío o una lluvia suave y silenciosa, y también puede operar por irrupción, de manera rápida e intensa, como a través del relámpago y el trueno.
Ósmosis, según el diccionario, es la tendencia de un fluido a pasar a través de una membrana semipermeable, igualando así las condiciones de ambos lados de la membrana. Esta última es una división porosa, una separación parcial que permite el contacto y el intercambio graduales entre dos auras, dos sustancias, dos seres, o dos niveles de consciencia.
Por otro lado, ocurre una irrupción entre dos o más planos de vida cuando el karma acumulado en un nivel se vuelve completamente maduro tras un período en el que la lenta ósmosis estuvo, por algún motivo, bloqueada. En el momento oportuno, la energía acumulada del karma, impedida para ejercer su actividad osmótica, se expande repentinamente para alcanzar y transformar con rapidez otros escenarios de vida.
La irrupción es, pues, una especie de intervalo en el proceso de autodeterminación. Interfiere en una determinada corriente de causas y efectos y establece una “homogeneidad súbita” entre dos líneas o planos de karma. Sin embargo, en gran parte, es gradualmente y por ósmosis como los niveles más elevados de consciencia influyen sobre los inferiores y la “voz del silencio” puede ser escuchada por los estudiantes de teosofía en sus niveles promedio de consciencia.
En “Las Cartas de los Mahatmas”, un maestro de sabiduría, al describir una de las maneras en que un discípulo laico puede ser inspirado, escribe:
“… Tanto que nos encontremos como no, tenga la seguridad de que mis buenos deseos personales le acompañarán durante su viaje. Si, de vez en cuando, necesitara usted realmente la ayuda de un buen pensamiento a medida que su trabajo progrese, es muy probable que pueda ser introducido en su cabeza por ósmosis…”. [2]
Además de ocurrir en circunstancias extraordinarias, la ósmosis es también un proceso impersonal y diario. La mónada espiritual de cada individuo, Atma-Buddhi, ejerce cierto grado de influencia sobre su mente, sus emociones y hasta sus acciones físicas. La interacción entre formas “celestiales” y “terrestres” de consciencia incluye acontecimientos tanto graduales como no graduales, abarcando los equivalentes mentales y emocionales de la lluvia ligera, la niebla y el rocío, así como del relámpago y el trueno.
La casi imperceptible ósmosis garantiza la transmisión cotidiana de la luz espiritual que viene de lo alto. Al vivenciar las enseñanzas teosóficas, los estudiantes de filosofía esotérica toman medidas prácticas en su vida diaria para facilitar el proceso de ósmosis y que este ocurra con más eficiencia. Las mismas medidas hacen que cada irrupción o “insight” espiritual sea un “trueno” o “relámpago” más fuerte que en situaciones anteriores. [3]
La voluntad activa de cada estudiante marca la diferencia, y la ósmosis es una influencia digna de observación. El estudiante debe examinar lo que sucede con todo lo que, partiendo del alma espiritual, llega hasta su yo inferior a través de la membrana oculta que une (y separa) los dos grandes niveles del alma humana.
La sustancia que proviene de los niveles superiores de consciencia se mezcla y combina químicamente con varios contenidos del yo inferior del aprendiz. Tales combinaciones pueden ser inspiradoras y útiles, o nocivas. La ósmosis vertical entre los niveles superiores e inferiores de consciencia es un proceso probatorio. El contacto con los niveles superiores nos revela lecciones no aprendidas, y es necesario comprenderlas para evitar vivir diferentes grados de fracaso en algún área de la vida. Los fracasos no son sino lecciones más enfáticas que la vida nos transmite.
Nada en el universo ocurre aisladamente, y el estudiante habrá de enfrentar, inevitablemente, la ignorancia colectiva de la humanidad actual. La lucha ocurrirá dentro y fuera de él. La ignorancia está casi siempre bien organizada, y posee sus propias formas de ósmosis. Ni la sabiduría, ni la ignorancia pueden estar “separadas” en nuestra humanidad. Tampoco puede un individuo mantenerse aislado. No hay una gran diferencia entre la autoliberación de uno y la autoliberación de los otros seres. El progreso interior real surge de la solidaridad y del autosacrificio.
La Obtención del Oro Alquímico
El fuego alquímico de la probación – estimulado por el contacto con el aire puro de la comprensión espiritual correcta – establece la temperatura adecuada para la quema de las impurezas y de la ignorancia en la vida del estudiante. La escoria es gradualmente separada del metal, es decir, del carácter del individuo. De este modo, uno produce en sí mismo “oro”. Dos de los nombres técnicos que designan este procedimiento químico son “autoconocimiento” y “autopurificación”.
La ósmosis oculta que fluye desde los planos más elevados necesita el fortalecimiento diario de la voluntad del estudiante. La influencia osmótica puede ser observada. Su fuerza es calculable, aunque solo de forma aproximada. En el lenguaje de la química, la “osmometría” permite calcular la presión osmótica. En filosofía esotérica, es posible afirmar que existe una osmometría del alma espiritual, por la cual podemos observar la presión y la influencia de los principios superiores sobre los niveles más densos de la vida. El altruismo de la voluntad personal, así como la claridad de visión y el sentido común, capacitan al estudiante para construir un proceso de ósmosis espiritual. El tipo correcto de autodisciplina y el desarrollo de la perseverancia aumentan el flujo de las verdades universales a través de la fina membrana, o aura, que define la noción de un yo personal.
Cuando se lleva a cabo un esfuerzo moderadamente intenso en busca de una meta elevada con una perspectiva de largo plazo, la influencia osmótica del mundo superior se expande a un ritmo natural y, en el momento oportuno, puede volverse tan rápida como el relámpago y el trueno.
NOTAS:
[1] Para un examen más detallado de este punto, en su relación con la evolución humana actual, véase el artículo (en portugués) “Diferentes Linhas da Vida”, de Carlos Cardoso Aveline.
[2] Véase la parte final de la carta 8 en “Las Cartas de los Mahatmas”, Editorial Teosófica, Barcelona, España, 1994, p. 53. En el mismo volumen, el concepto de ósmosis oculta aparece en el párrafo inicial de la carta 5 (p. 25) y en la carta 14 (p. 114).
[3] En relación con el uso de metáforas ecológicas para describir estados de consciencia, la filosofía esotérica afirma que la mente y la naturaleza están unidas de más de una manera. H. P. Blavatsky no estaba sola al proponer este axioma. Influido en parte por Jean-Jacques Rousseau, el filósofo francés Maine de Biran (1766-1824) practicó durante mucho tiempo la autoobservación junto con la observación de la naturaleza, del clima y de los procesos naturales. Rousseau había escrito: “Aplicaré el barómetro a mi alma…”. Maine de Biran describió en su diario sus experiencias de lectura de sus propios estados de espíritu en términos de procesos ecológicos. Comparaba la “atmósfera” de su alma con las condiciones de la naturaleza que lo rodeaba. Véase “Journal (1814-1816)”, de Maine de Biran, Édition integrale publiée par Henri Gouhier, Novembre 1954, 253 pp., Éditions de la Baconniére, Neuchatel, Suisse, pp. XIX-XXI y otras. La misma práctica de comparación de los mundos internos y externos es examinada en otros libros sobre la vida y la filosofía de Maine de Biran.
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El artículo “El Proceso de la Ósmosis Oculta” fue publicado en los sitios web de la Logia Independiente de Teósofos el 26 de octubre de 2025 y es una traducción del portugués, hecha por el teósofo español Alex Rambla Beltrán. Texto original: “O Processo da Osmose Oculta”.
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